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‘El debilitamiento del imperialismo permitirá al socialismo avanzar hacia una posibilidad práctica y realista’

Estimados camaradas y amigos,

Es un gran honor para nosotros estar aquí, en la península coreana, en este importante momento histórico, posiblemente en vísperas de otra guerra mundial. Saludamos al valiente pueblo coreano, que ha demostrado muchas veces en su larga historia su capacidad para defender con éxito su soberanía nacional frente a amenazas y agresiones externas. Sabemos que en el siglo XV latía aquí el corazón de la civilización. Confiamos en que el pueblo coreano volverá a reunificarse y que decidirá por sí mismo su futuro, sin injerencias extranjeras.

Los trabajadores y la humanidad en su conjunto se encuentran de nuevo amenazados. El imperialismo, fase superior del capitalismo, aspira a la absoluta dominación mundial. Los centros imperialistas, basados en el Occidente industrializado, no dudarán en provocar otra confrontación militar a gran escala para así preservar sus monopolios y expandir su dominio.

La dominación imperialista se dirige no sólo al mantenimiento de monopolios financieros y tecnológicos o a la adquisición de recursos naturales, sino sobre todo a los recursos humanos, tratados como las materias primas y todas las demás riquezas. El imperialismo transforma las sociedades de la manera que más le conviene, sin tener en cuenta las necesidades humanas más elementales, materiales o sociales. El ser humano es por naturaleza un ser social y creativo, inclinado a formar lazos fuertes y a cooperar. Estas cualidades han sobrevivido hasta ahora a todas las formaciones sociales históricas, aunque han sufrido muchas limitaciones con la aparición de formaciones basadas en la división en clases sociales. Pero la naturaleza social del ser humano ha podido persistir a lo largo de la historia e incluso desarrollarse, provocando en ocasiones el derrocamiento de determinadas formaciones económicas.

Hoy en día, el imperialismo pretende erradicar la naturaleza social del hombre. Hoy en día, el imperialismo pretende erradicar la naturaleza social del hombre. Los llamados “valores occidentales”, y entre ellos el hiperindividualismo en particular, se están imponiendo en las sociedades como la nueva superestructura ideológica de la formación imperialista. Presentan un modelo de hombre “liberado” de vínculos y responsabilidades sociales, pero de hecho completamente supeditado a los intereses corporativos en todos los aspectos de la vida. Las relaciones humanas se mercantilizan; de estructuras estables se están transformando en transacciones a corto plazo. Este aspecto de la superestructura imperialista está diseñado para impedir la transformación de una clase en sí misma en una clase para sí misma, el logro de la conciencia de clase y la autoorganización de la clase obrera. Existe ahora un peligro creciente de que los trabajadores atomizados e individualizados, sometidos a medios cada vez más avanzados de control social y tecnológico, sean incapaces de producir las formas organizativas necesarias para superar el sistema capitalista.

Por lo tanto, la lucha contra el imperialismo también es necesaria en esta dimensión ideológica. La ideología ultraliberal, que es la corriente dominante de la política burguesa, tiene que ser cuestionada y no refrendada bajo los eslóganes ilusorios del progresismo, según el cual todo lo nuevo es mejor. El desmantelamiento de las estructuras sociales no es progreso, sino un signo de la decadencia de la formación capitalista. El verdadero progreso, que sólo puede lograrse en el socialismo, conduce al fortalecimiento de los colectivos humanos y de los aspectos sociales de la vida humana y no a su abolición.

Camaradas,

A pesar de algunas convicciones presentes en el movimiento comunista internacional, las condiciones materiales del sistema imperialista contemporáneo no son estáticas, por ejemplo como una pirámide. Están sufriendo cambios dramáticos, cuyo ritmo se ha acelerado en el último año. La tarea del movimiento comunista no es detenerse en si aprobamos o no los acontecimientos que están fuera de nuestro control, sino aplicarles el análisis marxista para comprender su dinámica y las implicaciones reales para el pueblo trabajador y decidir la acción apropiada.

En primer lugar, hay que rechazar todas las visiones eurocéntricas que parten del supuesto de que el centro del mundo está en Occidente. Los acontecimientos más importantes están ocurriendo fuera de Europa y de Estados Unidos y pueden determinar el futuro del mundo.

Desde la destrucción de la Unión Soviética, el imperialismo ha impuesto un orden neocolonial en África, Asia, Europa del Este y América Latina. Pero hoy se encuentra en una profunda crisis estructural de sobreproducción y sobreacumulación. Es incapaz de resolver sus problemas internos ni de hacer realidad sus aspiraciones exteriores. Los pueblos de las neocolonias son conscientes de esta debilidad y en su mayoría se han negado a seguir las órdenes de sus señores imperiales. Se esfuerzan por desarrollar sus propias fuerzas productivas y por ganarse el lugar que les corresponde en el escenario de la historia.

Los que no quieren someterse al dictado imperialista son acusados hipócritamente por Occidente de “imperialismo” y “colonialismo”. Desde países como EEUU, Francia y Gran Bretaña se oyen voces que llaman a luchar contra el “imperialismo y colonialismo chino y ruso”. El primer ministro polaco Morawiecki declaró recientemente en EEUU que “las estrechas relaciones entre Polonia y EEUU son la mejor vacuna contra el imperialismo ruso”. Numerosas fuerzas de los “mil millones de oro”, desde la derecha hasta la izquierda, se unen tras esta bandera.

En esta situación, es necesario preguntarse: ¿qué significan estos cambios para el movimiento obrero?

En nuestra opinión – la causa de los trabajadores debe ser visto principalmente como un problema práctico, tanto en la etapa de la lucha de la clase obrera por el poder del Estado como en la etapa de la construcción de la sociedad socialista. El obstáculo más importante para la materialización de las justas aspiraciones de la clase obrera en nuestro país y a nivel internacional es un marco jurídico y político establecido por la burguesía, que impide la concreción incluso de nuestras reivindicaciones básicas o mínimas. Nuestra propia burguesía forma parte de la clase dominante burguesa mundial, que impone su dominio a través de gobiernos e instituciones internacionales como la OTAN, la UE, el FMI, el Banco Mundial, etc. Aquellos que piensan que las aspiraciones de los trabajadores pueden cumplirse dentro del sistema imperialista, bajo su dominación, o que la cuestión del imperialismo no tiene nada que ver con la lucha de los trabajadores, son simplemente unos ilusos.

La lucha contra la dominación del imperialismo es el mismo objetivo de la clase obrera que la lucha por salarios y condiciones de trabajo decentes. La lucha contra el imperialismo es ante todo una tarea práctica. Todo lo que debilita al imperialismo es un acto revolucionario y todo lo que lo fortalece es contrarrevolucionario. Los aliados de la clase obrera son todas las fuerzas que se oponen al imperialismo, incluidos los movimientos de liberación nacional y anticoloniales.

El imperialismo es también un factor clave que limita el desarrollo de las sociedades que han emprendido el camino de la construcción socialista y de las que lo emprenderán en el futuro. El imperialismo utiliza habitualmente sanciones económicas contra países socialistas como Polonia en el pasado y Cuba en el presente para paralizar sus economías y desestabilizar sus sistemas políticos.

El debilitamiento del imperialismo y la emancipación de regiones enteras de su dominio permitirán a las clases trabajadoras que decidan emprender el camino de la construcción socialista la diversificación de su comercio y eludir las sanciones económicas que a menudo impiden el desarrollo de las fuerzas productivas y la satisfacción de las necesidades básicas de los trabajadores. Los países en los que los trabajadores han roto la cadena del imperialismo podrán intercambiar bienes y tecnologías con otros, fuera de la influencia directa del imperialismo. El debilitamiento del imperialismo permitirá que el socialismo pase de ser un ideal a una posibilidad práctica y realista.

Camaradas,

El núcleo imperialista está muy consciente de la crisis en la que se encuentra y por ello busca iniciar otra guerra. Tras haber provocado un conflicto en Europa, ahora pretende provocar un conflicto armado en Asia. Nuestro partido condena las acciones criminales del imperialismo y se solidariza con los movimientos obreros, anticoloniales y de liberación nacional de todo el mundo. Mantenemos la posición de que la lucha de los pueblos del mundo contra el colonialismo y el imperialismo por la justicia social, por el lugar que les corresponde en la historia, es una lucha justa. Someter al mundo entero a la hegemonía imperialista significará posponer la causa del socialismo durante generaciones. No habrá posibilidad en ninguna parte del mundo de realizar otras formas de sistema político, por no hablar del socialismo.

Tenemos que movilizarnos y luchar por la paz, la liberación social y nacional.

¡El socialismo vencerá!

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