Ucrania es el campo de batalla en el que se juega la futura configuración de los equilibrios mundiales. Estados Unidos aspira a una derrota militar de la Federación Rusa, que eliminaría su carácter de potencia mundial y la reduciría de nuevo a una tierra de conquista para Occidente, como lo fue en tiempos de Boris Yeltsin. El siguiente paso sería el cerco político-militar de China, principal peligro para la unipolaridad estadounidense.
Las provocaciones antichinas en Taiwán deben considerarse parte de la preparación de la opinión pública norteamericana y europea para la confrontación con la República Popular China, principal amenaza para el intento estadounidense de mantener la supremacía mundial. El creciente número de ataques ucranianos contra el territorio de la Federación Rusa, los atentados organizados por los servicios de inteligencia ucranianos contra intelectuales y personalidades rusas, los drones detonados sobre el Kremlin, forman parte del intento del régimen banderizo de Kiev de facilitar una escalada militar bajo la ilusión de que puede ganar la guerra.
El Partido Comunista de Italia, consciente del riesgo real de que una escalada militar del conflicto desemboque en una guerra nuclear, exige un alto el fuego inmediato; el fin del envío de armas a Ucrania por parte del Gobierno italiano y de otros gobiernos europeos; y el inicio de conversaciones de paz lo antes posible, con el papel y las sabias propuestas del Gobierno chino como base fundamental.
Los comunistas luchamos por la salida de Italia de la OTAN y la disolución de este bloque político militar imperialista. Internacionalmente, la lucha es entre los Estados imperialistas que, junto a sus aliados, actúan para que el mundo del siglo XXI sea unipolar liderado por EEUU y aquellas fuerzas, de las que el Partido Comunista de China y el gobierno de la República Popular son la máxima expresión, que trabajan para construir un nuevo equilibrio mundial multipolar basado en relaciones nuevas y democráticas entre las naciones y los pueblos, que favorezcan su libre autodeterminación y unas relaciones económicas basadas en el beneficio mutuo.
En este marco, es crucial la revitalización y el fortalecimiento de los BRICS (Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica), cuyo Producto Interior Bruto representa alrededor del 25% del mundial, y su ampliación a otros países. La victoria electoral de Lula en Brasil es un paso clave en esta dirección.
China y Brasil han llegado a un acuerdo en virtud del cual los exportadores brasileños ya no tendrán que utilizar el dólar para las transacciones comerciales con Pekín. Los BRICS están trabajando en una nueva moneda común. Aunque los medios de comunicación oculten estas y otras noticias similares, se trata de acontecimientos fundamentales que están sentando las bases concretas para la creación de un mundo multipolar.
Taiwán no es ni debe convertirse en un Estado independiente; es parte de China. Las repetidas provocaciones de Estados Unidos son una incitación a las fuerzas separatistas y secesionistas.
La RPC siempre ha defendido la reunificación pacífica con Taiwán bajo la política de “una nación, dos sistemas”, por la que se concede una gran autonomía a Taipei. Desde que Pekín fue admitida en la ONU y entró a formar parte del Consejo de Seguridad, toda la comunidad internacional la reconoce como el único gobierno legítimo de China.
De hecho, Estados Unidos está desafiando la legalidad internacional basándose en la centralidad de la ONU. El Partido Comunista Italiano expresa su cercanía y solidaridad con el gobierno chino y el Partido Comunista Chino, subrayando que el principio de “una sola China” no debe ser cuestionado, y pide al gobierno italiano que defienda este principio en todos los foros internacionales.
Además, el PCI hace un llamamiento a las fuerzas sociales y políticas italianas para que se comprometan a defender la soberanía y la integridad territorial de China, frente a cualquier intento de injerencia exterior por parte de fuerzas extremistas y separatistas, que sólo conduciría al mundo hacia el abismo de una nueva guerra global. Estados Unidos y sus agentes son capaces de cualquier cosa con tal de defender los intereses fundamentales del capitalismo imperialista, y esto ha quedado ampliamente demostrado a lo largo de la historia e incluso en la actualidad. Los trabajadores y el pueblo de Corea del Sur han experimentado de primera mano que los “principios liberales y democráticos” son pisoteados y ahogados en sangre cuando el pueblo exige verdadera libertad y democracia. En mayo de 1980 en Gwangju miles de personas, hombres mujeres e incluso niños, fueron masacrados por la dictadura esclavizada a los intereses de Estados Unidos. En estos días recordamos su sacrificio sabiendo que sólo la derrota del principal enemigo de la humanidad, el capitalismo imperialista dirigido por Estados Unidos, y la transición al socialismo pueden garantizar una vida digna y libre para toda la humanidad. Deseamos lo mejor a los camaradas y compañeros del Partido Democrático Popular de Corea. Apoyamos su lucha contra el estallido de la guerra en Asia Oriental. El pueblo coreano tiene derecho a vivir en una Corea unida, libre de la dominación extranjera y basada en la democracia de los trabajadores y las masas populares.