Queridos camaradas, queremos agradecer al Partido de la Democracia Popular la organización de esta enésima reunión de la Plataforma Mundial Antiimperialista y el trabajo realizado en los últimos meses, junto con el resto de organizaciones políticas comunistas, para promover el debate, la confrontación y la movilización contra el imperialismo y su barbarie.
Esta nueva cita tiene lugar en uno de los puestos avanzados del imperialismo occidental en Asia, que con su brutalidad y violencia ha marcado profundamente la historia política y social de muchos países de este hemisferio del mundo. Al mismo tiempo, es precisamente en estos contextos donde los pueblos que luchan contra el juego imperialista han sido capaces de imponer avances de clase y victorias históricas inspiradoras para los comunistas revolucionarios de todo el mundo.
La lucha contra la presencia militar de los EE.UU. y la OTAN, las numerosas bases militares y los miles de soldados en Corea del Sur, sólo puede encontrarnos unidos y solidarios contra lo que a todos los efectos es un enemigo común. Italia es víctima de la servidumbre militar, con más de un centenar de bases militares de EE.UU. y la OTAN -algunas secretas y otras que albergan bombas nucleares- que siempre han estado operativas en el contexto de las guerras y la influencia geopolítica en nuestro país.
La escalada militar a la que estamos asistiendo en Ucrania, en una guerra que el propio Jens Stoltenberg ha definido como un conflicto entre la OTAN y Rusia, corre el riesgo de llevarnos cada vez más hacia el abismo de la catástrofe global. El envío de armas cada vez más potentes y destructivas y el entrenamiento de soldados en el ejército ucraniano demuestran la coparticipación de las potencias occidentales en este conflicto que lleva gestándose desde 2014. La propia Merkel confesó que los acuerdos de Minsk sirvieron para dar un respiro a Ucrania y fortalecerla para relanzar a la UE y a la OTAN en la zona. Recientemente, Josep Borrell, representante de la política exterior de la UE, declaró que en Ucrania “no es el momento de la diplomacia y la paz, sino de las armas”, reafirmando el apoyo militar incondicional al Gobierno de Kiev y el rechazo a cualquier propuesta de paz. Hoy, China y Brasil -miembros de los BRICS- se encuentran entre los principales promotores a nivel internacional de un compromiso concreto con una solución diplomática y de paz, demostrando que existe un contrapeso a las dinámicas e intereses geoestratégicos del bloque euroatlántico. El enfrentamiento que se agudiza en esta nueva fase histórica es el que se produce entre “el jardín y la selva”, según la expresión racista y neocolonial del propio Borrell, que, sin embargo, encarna plenamente las dificultades y los temores de las potencias occidentales e imperialistas para mantener un papel hegemónico en el mundo. La huida de EEUU y sus aliados de Afganistán en agosto de 2021 marcó el final de una era. Hemos entrado en una fase en aguda discontinuidad con las anteriores, que rompe objetivamente con la globalización capitalista. La fase en la que nos movemos es la del agotamiento de los márgenes de crecimiento global, en su conjunto, del Modo de Producción Capitalista, es decir, de la reducción histórica de la tasa de ganancia respecto a la enorme masa financiera en circulación. Esto es lo que produce la hipercompetitividad entre capitalismos, producto de historias e intereses específicos. Este proceso que determina dos grandes “bloques” mundiales, en contradicción y conflicto entre sí, no ha hecho más que empezar de forma evidente y continuará, de forma no lineal, en los próximos años. Si el bloque euroatlántico es más homogéneo política e ideológicamente al estar en continuidad con el colonialismo y el imperialismo históricamente hegemónico, vemos un área alternativa más no homogénea, ante todo en su carácter político al estar construida sobre relaciones económicas y comerciales, pero que manifiesta un interés común por la integración cooperativa y la desdolarización, con sujetos que se autodenominan fuera de la hegemonía imperialista. Como afirmaba Gramsci hace casi cien años, “la crisis consiste precisamente en que lo viejo muere y lo nuevo no puede nacer: en este interregno se producen los más variados fenómenos morbosos”. Si, por un lado, la tendencia a la guerra representa el único intento de superar la crisis estructural del Modo de Producción Capitalista, por otro, se están creando las condiciones básicas para un sistema multipolar -y posiblemente “multilateral”- a nivel comercial, monetario y político, diametralmente opuesto a la dominación militar y monetaria del imperialismo. Tras décadas de hegemonía de los países capitalistas avanzados, la entrada en el campo de las economías emergentes trazadas por la zona “ampliada” de los BRICS y las contextuales y reiteradas crisis económicas, pandémicas y medioambientales han producido tensiones, enfrentamientos y conflictos que han llevado a la ruptura del mercado mundial antes unificado. La guerra en curso, incubada durante años en guerras asimétricas y sanciones emprendidas por los imperialismos occidentales -por EEUU sobre todo- ha reaparecido como una posible ruptura de un equilibrio basado en la hegemonía y el unilateralismo estadounidenses. La necesidad de romper con la hegemonía del dólar en las transacciones mundiales y de escapar a la injerencia de las potencias occidentales ha visto crecer el cuestionamiento de las relaciones internacionales. Los comunistas debemos ser capaces de comprender la tendencia y contradicción de los procesos históricos para dar fuerza, dirección y profundidad a la acción política, social, sindical e ideológica dentro del conflicto de clases en curso. Esto requiere un esfuerzo de análisis teórico que no se limite a “fotografiar el presente”, sino que tenga como objetivo comprender las contradicciones y los aspectos de la transición histórica que estamos viviendo y en la que estamos llamados a actuar. Contra la militarización de la sociedad y la ideología belicista, por un lado, y la masacre social impuesta desde arriba a las clases trabajadoras, por otro, es tarea de los comunistas fortalecer las estructuras organizativas para detener la guerra interna y externa. ¡Guerra a la guerra imperialista!