Estimados camaradas:
En Unión Proletaria vemos con preocupación que el peligro de guerra imperialista mundial sigue creciendo a pesar de que la OTAN no está consiguiendo sus objetivos en Ucrania. Ésta promete una inminente contraofensiva con nuevas armas y tropas occidentales, a la vez, que intensifica el cerco militar contra China y Corea Socialista.
La confirmación de esta política de agresión, son los ejercicios navales a gran escala que están realizando en el Océano Pacífico, Estados Unidos, la provincia rebelde de Taiwán, Francia, Australia, Corea del Sur, Japón y Filipinas, en el que están involucradas docenas de barcos, incluidos portaaviones de propulsión nuclear, barcos de desembarco y submarinos de ataques. Estos hechos demuestran cada día de forma evidente que el imperialismo de EEUU, de la OTAN y de la UE, está decidido a acabar de la forma que sea, con quién so se deje dominar a sus intereses imperialistas. En este momento, Rusia, China y la RDP de Corea.
Impulsados por la agudización de las contradicciones del capitalismo, las potencias imperialistas se ven empujadas a aumentar su opresión y agresión sobre el resto de países.
Durante el siglo XX, la victoria de la Gran Revolución Socialista de Octubre, la del Ejército Rojo en la II Guerra Mundial y la posterior ampliación del campo socialista les provocaron una crisis general que les obligó a someterse a la disciplina yanqui. La derrota temporal del socialismo en la URSS y en Europa, a causa del revisionismo antiestalinista, les dio esperanzas de conquistar la dominación mundial. De este modo, podrían cargar sus tensiones sobre los hombres de los pueblos más débiles, como hicieron en Yugoslavia, Afganistán, Irak, Libia, etc.
Sin embargo, el crecimiento económico de China popular y los demás países del grupo BRICS, la recuperación de la soberanía de Rusia y el fortalecimiento militar de la RPD de Corea, han demostrado que el imperialismo no ha puesto fin a su crisis general. Al contrario, se está debilitando internamente, mientras, a su alrededor, crece en potencial de resistencia, los países que creía poder maltratar a su antojo.
Hoy en día, la principal fuerza del frente antiimperialista mundial son los estados periféricos soberanos. Lamentablemente, por ahora, ellos no se pueden apoyar en un fuerte movimiento obrero y comunista internacional que, además, es el único capaz de erradicar el imperialismo.
En la parte del mundo antes colonial, la lucha democrática de liberación nacional puede adquirir un carácter de clase proletario al constituir el punto de partida necesario de la revolución socialista. Sin embargo, en el centro imperialista y otros países de la semiperiferia, la lucha por la soberanía nacional frente al imperialismo yanqui solo será capaz de alcanzar, por sí sola, una gestión socialdemócrata del capitalismo mundial como demuestran las nuevas instituciones de los BRICS. Por eso, el frente de lucha de los comunistas es doble: al mismo tiempo que trabajamos por la máxima unidad posible frente al imperialismo anglosajón dominante, debemos dirigir ésta y todas nuestras luchas parciales hacia el socialismo, hacia el derrocamiento del poder político de la clase burguesa. A diferencia de los países neocoloniales, la burguesía de los países imperialistas ya sólo puede cumplir un papel reaccionario, contrarrevolucionario, aunque alguna fracción de esta clase se oponga a la dominación estadounidense.
La victoria rusa sobre la ofensiva de la OTAN en Ucrania parece estar cada vez más cerca. Sin embargo, esto sólo retrasará una nueva guerra mundial que será inevitable si el estado actual de la lucha antiimperialista no se resuelve de forma decidida hacia un horizonte socialista. Por todo ello, desde Unión Proletaria, al mismo tiempo que apoyamos toda unidad de acción contra el imperialismo incluso con aliados inestables, urgimos a imprimirle una perspectiva socialista.
La situación del movimiento en los países imperialistas -donde el apoyo de los revisionistas al imperialismo ayuda a la expansión del chovinismo y del fascismo- es la más débil. Su debilidad es el resultado de decenios de explotación colonial de la mayoría de la humanidad por parte de la burguesía occidental, del soborno de la aristocracia obrera, del dominio del reformismo y del revisionismo y, por consiguiente, de la corrupción ideológica, política y moral creciente de la población.
Esto es lo que debemos remediar los comunistas que vivimos en las entrañas de la bestia imperialista. En primer lugar, necesitamos reeducar a las masas obreras en el marxismo- leninismo y en el internacionalismo proletario, combatiendo el posibilismo y el fatalismo que propagan los reformistas. Y, en segundo lugar, necesitamos cerrar el paso a la tergiversación “izquierdista” del comunismo que dificulta esta tarea, porque aleja a los revolucionarios de la realidad y de las masas.
Hay varios tipos de errores ultraizquierdistas que debemos corregir. Uno de ellos son las desviaciones neo-trotsquistas que propagan que todos los países son imperialistas, también los países que sufren y combaten al imperialismo. Para hacer creíble su criterio, difunden críticas exageradas y mentiras burdas contra los gobiernos soberanos, colaborando así con la opresión imperialista.
Otro de los errores es el de los “izquierdistas” clásicos que ya combatieron Marx, Engels y Lenin: prescindir del materialismo dialéctico en el trabajo de masas. Para ellos solo se trata de criticar el reformismo, sin preocuparse de que las masas puedan asimilar esta crítica. Se niegan a un trabajo paciente en el movimiento sindical, en las instituciones políticas burguesas y en aras de un frente unido contra el enemigo principal, con los compromisos y alianzas que sean necesarios.
La incapacidad de esta línea “izquierdista” para ganar a la mayoría de la clase obrera conduce al culto a la espontaneidad, al aventurerismo y a la espera del “Gran Día” en que el imperialismo colapse o sea derrotado por otros, y las masas acudan a nosotros a darnos la razón y el poder político. E impide que los revolucionarios realicemos una tarea sistemática de educación de las masas para la lucha por la revolución socialista.
Este tipo de errores favorece el sectarismo, es decir, la tendencia a la división en las filas del comunismo, de la clase obrera y de los movimientos democráticos, lo que beneficia en la práctica a la burguesía.
Unión Proletaria propugna la necesidad de estudiar y aplicar a nuestras condiciones concretas la experiencia del bolchevismo y de la Internacional Comunista para curar al movimiento revolucionario de este falso remedio al reformismo. Sólo así, el proletariado de los países dominantes podrá contribuir cada día más a la lucha internacional contra el imperialismo, uniéndose al movimiento de liberación nacional. Sólo así, podremos juntos suprimir este caduco modo social de producción –que amenaza a la humanidad con la guerra mundial y el exterminio- y llevar a término la reorganización socialista de la sociedad.